Nos acompañan en esta ocasión Ainoa y Santi, procedentes de Getxo (Vizcaya), y Jorge, un habitual de nuestras andanzas, procedente de El Escorial.
Decididos a ponerle buena cara al mal tiempo, iniciamos nuestro recorrido por el interior del espeso bosque, reconociendo sobre el terreno los indicios que nos deja la fauna silvestre, como los excrementos de Ciervo (Cervus elaphus), y las hozaduras del Jabalí (Sus scrofa).
Entre otras cosas, les mostramos la presencia del liquen Lobaria pulmonaria, una especie más propia de los climas oceánicos, pero que está sufriendo una importante regresión en toda Europa como consecuencia del cambio climático. Su presencia aquí en El Tiemblo es testimonial, pero nos da una idea del grado de madurez y conservación de este magnífico bosque.
Ataviados con los mejores atuendos posibles dadas las circunstancias, continuamos nuestro itinerario por el interior de bosque, dominado en las zonas altas por el Roble Melojo o Rebollo (Quercus pyrenaica), y en las zonas bajas por el Castaño (Castanea sativa).
Domesticados para obtener la nutriente cosecha de sus frutos y las ventajas de su noble madera, los Castaños fueron introducidos en la Península Ibérica por los romanos, quienes veneraban a estos árboles.
En este bosque sobreviven numerosos ejemplares centenarios, lo que convierte a este bosque en un escenario plagado de sorpresas.
La lluvia no nos permitió disfrutar del reconocimiento de algunas de las aves más peculiares de estos valles, pero sí pudimos escuchar el característico grito del Arrendajo (Garrulus glandarius) delatando nuestra presencia en el bosque. También sorprendimos a un Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs), habitante habitual del bosque.
Ainoa no desaprovecha la oportunidad de abrazarse a cada uno de estos colosos, con la esperanza de contagiarse de su fortaleza y energía.
Hacemos un alto en el camino para comer mientras nos calentamos con una sopita caliente sentados al lado de la lumbre, en el interior del refugio del Castañar.
El liquen Lobaria pulmonaria sobre un castaño centenario. |
Domesticados para obtener la nutriente cosecha de sus frutos y las ventajas de su noble madera, los Castaños fueron introducidos en la Península Ibérica por los romanos, quienes veneraban a estos árboles.
La lluvia no nos permitió disfrutar del reconocimiento de algunas de las aves más peculiares de estos valles, pero sí pudimos escuchar el característico grito del Arrendajo (Garrulus glandarius) delatando nuestra presencia en el bosque. También sorprendimos a un Pinzón Vulgar (Fringilla coelebs), habitante habitual del bosque.
Ainoa no desaprovecha la oportunidad de abrazarse a cada uno de estos colosos, con la esperanza de contagiarse de su fortaleza y energía.
Hacemos un alto en el camino para comer mientras nos calentamos con una sopita caliente sentados al lado de la lumbre, en el interior del refugio del Castañar.
Y cómo no, no podía faltar la visita al "Abuelo", un viejo castaño de más de quinientos años, un impresionante coloso que sobrevive gracias a algunos de sus vástagos.
Es tal la envergadura de este monstruo que cuesta trabajo encuadrar una buena fotografía en la que aprecie su enorme dimensión.
Le damos las gracias a Ainoa & Santi, por elegirnos para conocer este magnífico bosque de la Sierra de Gredos, y a Jorge por acompañarnos, una vez más, en otra de nuestras aventuras.
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