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domingo, 12 de agosto de 2018

Desafío Abantos (San Lorenzo de El Escorial, Madrid).

Nuestro "Desafío Abantos", la aventura de subir al Monte Abantos a través de su arista sur, ha seducido hoy a Adina y a Jose Luis, quienes han acudido a la convocatoria sin saber muy bien qué es lo que les espera.
Tras las primeras trepadas comprobamos que tanto Jose Luis como Adina acometen la ascensión con total tranquilidad y disfrutando al máximo del paisaje escurialense.
Jose Luis es un gran aficionado a la botánica y rápidamente le llamó la atención un arbusto  con unas bayas que le resultó poco familiar. Se trata del Guillomo (Amelanchier ovalis), un arbusto de carácter eurosiberiano, poco conocido, que crece en matorrales y bosques poco densos del norte peninsular. En Madrid es muy raro.
Guillomo del Monte Abantos (Amelanchier ovalis).
El "Desafío Abantos" expone a nuestros clientes a retos difíciles de superar, con trepadas vertiginosas que requieren paciencia y análisis.
La gran sorpresa vino cuando reconocimos en el cielo el inconfundible vuelo de una Cigüeña Negra (Ciconia nigra), todo un regalo que no esperábamos para nada. Aunque conocíamos su presencia en zonas cercanas, es la primera vez que la vemos en San Lorenzo de El Escorial. 
Cigüeña Negra (Ciconia nigra).
Antes de alcanzar la cumbre del Monte Abantos nos acercamos a la Fuente del Cervunal para recargar nuestras "maltrechas" cantimploras.
 
Durante el descenso, variamos el recorrido para adentrarnos en el Pinar de Abantos y buscar la sombra de las hayas. Desde hace unos días, un nutrido grupo de Abejarucos (Merops apiaster) vuelan sobre los bosques del Monte Abantos; parece que están a punto de abandonar su territorio de cría.

sábado, 15 de abril de 2017

Cañón del Río de La Aceña (Sierra Oeste de Madrid).

Hoy sábado vamos a realizar una de las rutas más espectaculares de nuestro catálogo local: El Cañón del Río de La Aceña, un largo itinerario entre San Lorenzo de El Escorial y el río Cofio, donde no faltarán emociones fuertes, paisajes espectaculares y naturaleza en acción. Nos acompañan Marisa junto a sus hijos Lucía y Juan, Fabián y Teresa.  
Seguimos disfrutando de un tiempo magnífico esta Semana Santa, con unas temperaturas tan elevadas que bien podría decirse que estamos en pleno verano. Nada más comenzar la ruta, los Pinzones (Fringilla coelebs) nos deleitan con sus armoniosos cantos primaverales, con los que tratan de emparejarse para criar. 
El Pinar de Abantos se encuentra engalanado con varios tipos de flores silvestres, algunas tan bonitas que no pueden pasar desapercibidas, como estas Orquídeas Silvestres (Orchis mascula). 
Orquídea Silvestre (Orchis mascula).
También es abundante en esta época del año la Arenaria (Arenaria montana), una cariofilácea típicamente mediterránea, ligada a los robledales y pinares de las regiones montañosas.
Arenaria montana.
Hacemos un breve alto en el camino para visitar el Arca del Helechal, una antigua construcción cuya finalidad era abastecer de agua a la Casita del Infante, en San Lorenzo de El Escorial. 
Seguimos subiendo en dirección a la fresneda de Los Llanillos, lugar donde se iniciaron los trabajos de reforestación histórica del Monte Abantos, en el siglo XIX.
Los primeros kilómetros de la ruta exigen superar un importante desnivel, que pone a prueba la resistencia física de nuestros acompañantes. 
Una vez superado el desnivel, nos tomamos un merecido descanso en lo alto de la montaña escurialense, disfrutando de una panorámica excepcional.  
Continuamos el itinerario realizando varias paradas para explorar la interesante flora que se encuentra en el entorno del Puerto de Malagón. A Lucía le llama la atención unas pequeñas florecillas de color blanco, que no dudamos en analizar con la ayuda de las lupas.
Observamos que presenta pelos glandulares tanto en el tallo como en las hojas. Probablemente se trate de Cerastium ramosissimum, una cariofilácea muy común en los pastos silíceos de la región mediterránea.
Cerastium ramosissimum.
Aquí nos detuvimos para examinar los restos óseos de un caballo.
Nuestro objetivo es localizar el nacimiento del arroyo del Hornillo, porque desde ese punto las aguas nos guiarán hasta su desembocadura en el río de La Aceña.
En las primeras aguas del arroyo aparecen en flor los Ranúnculos acuáticos (Ranunculus peltatus), plantas acuáticas que deben su nombre a las ranas, pues al igual que ellas viven estrechamente ligadas al agua.
Ranúnculo acuático (Ranunculus peltatus). 
Uno de los primeros obstáculos que tenemos que salvar es la caída de aguas de la Chorrera Alta del Hornillo. 
Como no baja demasiada agua, encontramos pasos secos en la roca que nos permiten seguir el itinerario junto a la chorrera.
En algunos tramos tenemos que extremar la atención para no resbalar, pero nuestros intrépidos aventureros saben muy bien dónde poner los pies. 
La tranquilidad del lugar invita a parar para refrescarse los pies y para comer el bocata junto a la chorrera. Y mientras comemos, varias Lavanderas Cascadeñas (Motacilla cinerea) vuelan a nuestro lado sin alejarse demasiado del curso de las aguas.
El siguiente paso es llegar a la Chorrera Baja del Hornillo, más espectacular que la Alta, pero no tan larga como la de arriba. 
Un poco más abajo llegamos al punto donde las aguas del arroyo del Hornillo se funden con las del río de la Aceña, dando lugar a un bonito cañón fluvial que nos disponemos a recorrer. 
Aquí entran en juego la pericia y la estrategia para tratar de ir superando las barreras y los obstáculos, porque no hay sendero habilitado junto a las aguas del río. 
El calor invita a aprovechar algunas de las pozas del río para darse un gran chapuzón, y  Fabián no se lo pensó dos veces.
Seguimos aguas abajo disfrutando de uno de los parajes más recónditos y bonitos de la sierra oeste de Madrid. Tratamos de localizar al Mirlo Acuático, pero es tan huidizo que no logramos ver a ninguno.
Sorprendimos a un pequeño escarabajo que nos llamó la atención por los extraños dibujos de su tórax y abdomen. Se trata de uno de los Gorgojos más grandes que existen, un escarabajo herbívoro: Anisorhynchius
Gorgojo Anisorhynchus.
Fabián reconoce el vuelo del Milano Real (Milvus milvus) en las proximidades del cañón fluvial.
Avanzamos con cuidado tratando de sorprender a la Cigüeña Negra, una de las grandes joyas faunísticas de este paraje. 
Fabián y Teresa parecen haberla reconocido en vuelo. 
Y así, poco a poco, avanzamos a lo largo del cañón hasta llegar al entorno del Puente de La Parra, cerca de Santa Mª de la Alameda (Estación), donde las aguas del Aceña pasan a constituir el río Cofio, principal afluente del río Alberche
Allí es donde nos espera el coche para regresar a San Lorenzo de El Escorial. En total, han sido unos 13 km. de ruta por un entorno salvaje y aislado del que han disfrutado nuestros valientes acompañantes.   
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lunes, 28 de marzo de 2016

Travesía de las Chorreras del Hornillo (Sierra Oeste de Madrid).

Hoy recorremos uno de los parajes más salvajes de la Sierra Oeste de Madrid, el Cañón Fluvial del Río de la Aceña, desde el nacimiento del arroyo del Hornillo.  
Tan pronto como remontamos la ascensión al Cerro de La Cabeza desde San Lorenzo de El Escorial, comenzamos a disfrutar de la fauna salvaje: Corzos, Trepadores, Mirlos, Carboneros, Arrendajos... En las fresnedas y encinares es habitual el Trepador Azul, perfectamente adaptado a vivir en bosques caducifolios bien conservados, donde pueda encontrar con facilidad árboles maduros de gran porte donde instalar sus nidos. 
Trepador Azul (Sitta europaea) sobre el tronco de un fresno. Foto: Jorge G. Marcos. 
Superada la barrera montañosa, compensamos el esfuerzo disfrutando de una excelente panorámica del entorno. 
Ya en la otra vertiente, cruzamos los extensos cervunales de Malagón en busca de las aguas que emergen para dar lugar al arroyo del Hornillo, a las que acompañamos ladera abajo cruzando un espeso bosque. 
Estas aguas nos conducen directamente a las Chorreras del Hornillo, peñascos por donde se precipitan las aguas torrenciales, ofreciendo un espectáculo digno de disfrutar.
Aunque el invierno este año se resiste a abandonar las montañas, en los campos la primavera comienza a ser muy evidente, y prueba de ello son los "Junquillos Olorosos" o Narcisos de Roca (Narcissus rupicola), que adornan ya los roquedos graníticos de la sierra.
En la Chorrera Baja, merece la pena hacer un alto en el camino y disfrutar del sonido y la belleza...
Pinzones, Carboneros y Petirrojos nos acompañan durante el descenso hacia el río de la Aceña.
Foto: Jorge G. Marcos.
En cuanto llegamos a las aguas del río de la Aceña, nos adentramos en un angosto cañón fluvial donde la pericia y el desafío cobran protagonismo. 
Pero la Naturaleza se presta aquí a ofrecer un espectáculo de lo más salvaje, pues este es el hogar de la fauna más esquiva y discreta de este rincón de la sierra. Primero sorprendemos a una Lavandera Cascadeña (Motacilla cinerea). Y donde hay Lavanderas Cascadeñas, no puede faltar el Mirlo Acuático (Cinclus cinclus), inquieto y muy desconfiado, que nunca deja el curso del río, incluso cuando vuela lo hace siempre sobre las aguas. 
Mirlo Acuático (Cinclus cinclus). Foto: Jorge G. Marcos.
Excelente buceador, busca bajo las aguas las larvas de los tricópteros, que se refugian en el interior de pequeños tubitos de piedras y hojarasca. Para extraerlos de los tubitos, el Mirlo Acuático los golpea sobre las rocas hasta que consigue sacarlos.
  



Pero la sorpresa llegó con el encuentro más difícil y deseado de la jornada, el de la Cigüeña Negra (Ciconia nigra), una verdadera joya de nuestra fauna. 
Cigüeña Negra en vuelo. 
La presencia de la Cigüeña Negra puede ser interpretada con un indicador de la calidad de los bosques, pues allí donde vive y busca alimento apenas existe presión humana. Se alimenta de peces y anfibios que busca en las charcas y riberas más alejadas e inaccesibles por parte del hombre.
Después del mágico encuentro con la Cigüeña Negra, ya nada podría sorprendernos, pero disfrutamos también de la presencia de una esbelta Garza Real que, al igual que la Cigüeña Negra, acude a este paraje con frecuencia donde abundan peces y anfibios.