lunes, 28 de marzo de 2016

Travesía de las Chorreras del Hornillo (Sierra Oeste de Madrid).

Hoy recorremos uno de los parajes más salvajes de la Sierra Oeste de Madrid, el Cañón Fluvial del Río de la Aceña, desde el nacimiento del arroyo del Hornillo.  
Tan pronto como remontamos la ascensión al Cerro de La Cabeza desde San Lorenzo de El Escorial, comenzamos a disfrutar de la fauna salvaje: Corzos, Trepadores, Mirlos, Carboneros, Arrendajos... En las fresnedas y encinares es habitual el Trepador Azul, perfectamente adaptado a vivir en bosques caducifolios bien conservados, donde pueda encontrar con facilidad árboles maduros de gran porte donde instalar sus nidos. 
Trepador Azul (Sitta europaea) sobre el tronco de un fresno. Foto: Jorge G. Marcos. 
Superada la barrera montañosa, compensamos el esfuerzo disfrutando de una excelente panorámica del entorno. 
Ya en la otra vertiente, cruzamos los extensos cervunales de Malagón en busca de las aguas que emergen para dar lugar al arroyo del Hornillo, a las que acompañamos ladera abajo cruzando un espeso bosque. 
Estas aguas nos conducen directamente a las Chorreras del Hornillo, peñascos por donde se precipitan las aguas torrenciales, ofreciendo un espectáculo digno de disfrutar.
Aunque el invierno este año se resiste a abandonar las montañas, en los campos la primavera comienza a ser muy evidente, y prueba de ello son los "Junquillos Olorosos" o Narcisos de Roca (Narcissus rupicola), que adornan ya los roquedos graníticos de la sierra.
En la Chorrera Baja, merece la pena hacer un alto en el camino y disfrutar del sonido y la belleza...
Pinzones, Carboneros y Petirrojos nos acompañan durante el descenso hacia el río de la Aceña.
Foto: Jorge G. Marcos.
En cuanto llegamos a las aguas del río de la Aceña, nos adentramos en un angosto cañón fluvial donde la pericia y el desafío cobran protagonismo. 
Pero la Naturaleza se presta aquí a ofrecer un espectáculo de lo más salvaje, pues este es el hogar de la fauna más esquiva y discreta de este rincón de la sierra. Primero sorprendemos a una Lavandera Cascadeña (Motacilla cinerea). Y donde hay Lavanderas Cascadeñas, no puede faltar el Mirlo Acuático (Cinclus cinclus), inquieto y muy desconfiado, que nunca deja el curso del río, incluso cuando vuela lo hace siempre sobre las aguas. 
Mirlo Acuático (Cinclus cinclus). Foto: Jorge G. Marcos.
Excelente buceador, busca bajo las aguas las larvas de los tricópteros, que se refugian en el interior de pequeños tubitos de piedras y hojarasca. Para extraerlos de los tubitos, el Mirlo Acuático los golpea sobre las rocas hasta que consigue sacarlos.
  



Pero la sorpresa llegó con el encuentro más difícil y deseado de la jornada, el de la Cigüeña Negra (Ciconia nigra), una verdadera joya de nuestra fauna. 
Cigüeña Negra en vuelo. 
La presencia de la Cigüeña Negra puede ser interpretada con un indicador de la calidad de los bosques, pues allí donde vive y busca alimento apenas existe presión humana. Se alimenta de peces y anfibios que busca en las charcas y riberas más alejadas e inaccesibles por parte del hombre.
Después del mágico encuentro con la Cigüeña Negra, ya nada podría sorprendernos, pero disfrutamos también de la presencia de una esbelta Garza Real que, al igual que la Cigüeña Negra, acude a este paraje con frecuencia donde abundan peces y anfibios. 


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