Y eso lo saben muy bien quienes nos acompañan hoy, atraídos por la fiesta de colores inverosímiles que ofrece el Bosque de Abantos, una verbena de luz y color fugaz pero intensa, que invita a recrearse con ella.
El fuerte viento y el aire frío no nos ha permitido disfrutar de nuestros amigos los Rabilargos, pero un Corzo se cruzó por nuestro camino mientras nos acercábamos a las primeras hayas.
Lástima que tan noble árbol no sea hoy tan abundante como antaño. En la actualidad, las hayas apenas cubren 300.000 hectáreas en la Península Ibérica, repartidas entre los grandes bosques atlánticos de la Cordillera Cantábrica, Pirineos, y los pequeños bosquecillos de los Sistemas Central e Ibérico.
Durante la reforestación histórica del Monte Abantos se plantaron unas 40 ó 50 hayas, pero hoy vemos cómo su población va en aumento, con nuevos ejemplares que van surgiendo de forma natural.
En tiempos de Felipe II el Monte Abantos albergaba una gran variedad de ecosistemas con una fabulosa riqueza cinegética, codiciada por los reyes a lo largo de la historia: Ciervos, corzos, jabalíes, lobos, linces... incluso osos.
El Alerce Europeo (Larix decidua) es la única corífera que existe con la hoja caduca. Tarda un poquito más que las hayas en cambiar su color, de modo que la combinación de colores en esta zona del Monte Abantos es, durante estos días, muy agradable para la vista.
La regeneración natural del bosque de Abantos va por buen camino, pero últimamente se está enfrentando a no pocas dificultades: Prolongadas sequías, degradación de los maltrechos suelos por la acción de las bicicletas y motos, excesivo tránsito de senderistas, elevada presión cinegética...
No hay comentarios:
Publicar un comentario