La Cabra Montés (Capra pyrenaica), endemismo ibérico, estuvo al borde de la extinción el siglo pasado, al igual que otras muchas especies de mamíferos, por culpa de la excesiva presión cinegética. Desaparecieron de la Cordillera Cantábrica, de los Pirineos, de la Sierra de Guadarrama y de otras muchas cadenas montañosas ibéricas.
Elemento representativo de la biodiversidad ibérica, esta especie es indispensable para el mantenimiento de los hábitats de la alta montaña.
A finales de la década de los 80 fueron reintroducidas en la Sierra de Guadarrama a partir de ejemplares capturados en la vecina Sierra de Gredos, lugar donde reside la población genuina de la Cabra Montés (Capra pyrenaica victoriae).
Aprovechando su época de celo, iniciada a mediados del mes de noviembre, nos adentramos en la Sierra de Guadarrama en busca de los rebaños, para disfrutar de una de las estampas más bonitas de cuantas nos ofrece la vida salvaje de nuestras tierras.
El equipo de expedicionarios acude a nuestra cita con la suficiente disposición para enfrentarse a la difícil tarea del rastreo.
A pesar de que las malas lenguas dicen que hay una "plaga" de la Cabra Montés en la Sierra de Guadarrama, nada más lejos de la realidad. Nos gustaría que los responsables del Parque Nacional no utilizaran la palabra "plaga" cuando hablen de la Cabra Montés, una absoluta irresponsabilidad por su parte. No resulta fácil localizar los rebaños, en ocasiones hay que moverse durante horas hasta localizar alguno, y no sería la primera ve que tenemos que volver sin ver una sola cabra.
En los últimos días la nieve caída en las partes altas de la sierra ha desaparecido por la irrupción de un potente anticiclón, de modo que pensamos que las cabras andarán por las cotas más elevadas.
No les gusta demasiado el viento ni tampoco el frío, pero hoy tenemos suerte con la climatología, y al cabo de una hora de caminata y rastreo, hemos dado con un buen rebaño.
No obstante, este rebaño está dirigido por un macho adulto con un montón de hembras a su disposición. Los demás machos son sub-adultos que apenas le van a plantar cara.
Decidimos probar suerte con otro rebaño más numeroso que hemos localizado en la lejanía, con la ayuda del telescopio terrestre.
Después de dos horas de caminata, alcanzamos este segundo rebaño, formado por un gran número de efectivos, varios de ellos machos adultos.
Todos los machos están alterados por el olor de las feromonas del celo, y no paran de atosigar a las pacientes hembras.
Enseguida localizamos al sultán, que estuvo persiguiendo a una misma hembra durante el tiempo que duró nuestra observación. En la época de los amores se establece una rígida jerarquía entre los machos, pero ninguno de ellos le planta cara a un sultán como éste.
Un macho de Cabra Montés jamás fuerza a una hembra a la cópula. Tan solo se limita a agachar su cabeza hacia atrás en señal de entrega y sumisión. El resto de los gestos, merece más la pena verlos en directo...
Para nosotros la presencia de la Cabra Montés en la Sierra de Guadarrama es motivo de orgullo. Hace un par de años la justicia paralizó la macabra operación de la Comunidad de Madrid que pretendía exterminar nada menos que 2.700 cabras. Desde entonces, se está intentando difundir temor entre la población, hablando de "plaga", de sarna... La Cabra Montés de Guadarrama goza de una excelente salud, no hay más que verlas. Y con respecto a los supuestos daños a la flora, subestiman la extraordinaria capacidad de adaptación de la vegetación a los herbívoros, como si no fuera la primera vez que hay cabras en la Sierra de Guadarrama. Ojalá podamos seguir disfrutando por mucho tiempo de una especie tan sana y tan noble como la Cabra Montés.
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