viernes, 19 de agosto de 2016

Abantos bajo la Luna (Sierra de Guadarrama, Madrid).

Nuestro satélite la Luna ha sido adorado por todas las culturas que han habitado en La Tierra, por su influencia sobre el planeta y los seres vivos que habitan en ella. Algunas culturas le atribuyen poderes mágicos o misteriosos, pero más allá de los mitos, lo cierto es que la Luna ejerce una extraordinaria influencia sobre La Tierra, una influencia que no solo se manifiesta en las mareas, también en las plantas y en el comportamiento de muchos animales.
Llevamos a Teresa y Carmen a disfrutar de una bonita velada bajo la luna en el Monte Abantos. Nunca antes se habían aventurado a "sumergirse" en el interior del monte durante la oscuridad de la noche, una experiencia que han vivido muy intensamente, desde el comienzo de la ascensión. 
Tras los primeros pasos por el interior del Pinar de Abantos, los Arrendajos (Garrulus glandarius) hacen acto de presencia y delatan al resto de la fauna nuestra presencia en el bosque. También el carpintero Pico Picapinos (Dendrocopos major) se dejó escuchar a medida que ascendíamos la montaña. Poco antes de alcanzar la cumbre del Monte Abantos, la Luna salió por el horizonte a la hora prevista, las 21:15, coincidiendo casi con el ocaso.  
Cenar en medio de la noche con vistas a la espectacular panorámica que nos ofrece el Abantos es todo un lujo. Mientras cenábamos vimos un meteoro que dejó una fantástica estela en el firmamento, muy cerca de la luna. 
Decidimos entonces acercarnos a las praderas del Cervunal para contemplar el cielo en espera de alguna de esas Perseidas que todavía sorprenden en la bóveda celeste. 
Tan pronto como dimos por concluido el espectáculo, iniciamos el descenso atravesando el Pinar y nos encontramos con una de las criaturas de la noche: Un Zorro (Vulpes vulpes). También vimos a las Arañas Lobo (Lycosa sp.), algún Opilión y un ejemplar enorme de Cerambyx, un coleóptero de hábitos nocturnos muy abundante en los bosques autóctonos, donde vive alimentándose de la madera de los troncos. Escuchamos también el canto del Cárabo Común (Strix aluco), un buho sedentario que permanece fiel a su territorio de caza durante muchos años. 

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