jueves, 8 de noviembre de 2018

Los colores del otoño en el Castañar de El Tiemblo.

Hoy visitamos el Castañar de El Tiemblo, bosque milenario alojado en uno de los enclaves más especiales de la Sierra de Gredos (Ávila): El Valle de Iruelas.
Desde hace unos cuantos años estamos observando cómo este impresionante paraíso forestal sufre un progresivo deterioro, debido a la masificación turística y a la falta de control y vigilancia. 
En apenas dos kilómetros cuadrados se concentra una masa forestal madura que cuenta con grandes colosos entre Castaños, Robles y Pinos, muchos de ellos centenarios. 
Solo en otoño, este reducido espacio natural tiene que soportar la llegada incontrolada de miles de visitantes, autobuses enteros que descargan cientos de personas que "invaden" el bosque convirtiéndolo en un merendero y en un parque temático.  
Pero eso no es todo: Cada vez que lo visitamos, siempre de la manera más discreta posible (entre semana para evitar las aglomeraciones), nos encontramos con cartuchos de caza en el suelo, botellas de plástico, latas, clínex... y lo más preocupante, rodadas de motos.  
A uno le cuesta entender cómo es posible que se permita semejante agresión a un Espacio Natural tan valioso y delicado como este.  
Hoy hemos venido con Leandro Antoli, de San Lorenzo de El Escorial, que además de ser un excelente pintor, es un gran seguidor de nuestras actividades. 
Al principio la niebla nos envolvió en la magia de un bosque de cuento, pero poco a poco disipó y se nos abrió un mundo de colores otoñales.
Setas y castañas toman protagonismo en el suelo, mientras arriba en las copas de los árboles las hojas comienzan a teñirse de tonos dorados y ocres. 
Coprinos en la base del tronco de un viejo castaño.
La lluvia que está cayendo estos días está favoreciendo que salgan a la luz los primeros hongos, como estos Bejines (Lycoperdon perlatum), popularmente conocidos como "Cuescos de Lobo".
Lycoperdon perlatum.
Hemos rastreado varios indicios del Jabalí y hemos logrado avistar a un grupo de ciervos y una pareja de corzos. Pero en general, se nota que la fauna original que debería permanecer asentada en este bosque huye estos días de las aglomeraciones de gente. 
Hoy jueves el paraje está más tranquilo, nada que ver con los fines de semana. Aun así, había tres autocares en el aparcamiento y varias personas porteando bolsas enteras llenas de castañas. Todas esas castañas que se lleva la gente de manera descontrolada, merma las reservas alimenticias de la fauna e imposibilita la regeneración natural del bosque.
Es muy importante que se establezca ya una adecuada gestión del bosque para evitar el deterioro progresivo del que ya somos conscientes
Este es uno de los "viejos" del lugar. Algunos de estos troncos portan importantes especies de musgos y líquenes, algunas de ellas en peligro de extinción.  
Existen en el castañar algunos rincones mágicos, como este refugio que permanece bien conservado.
Aprovechamos la ocasión para cobijarnos de la lluvia y el frío, momento ideal para improvisar una lumbre y calentar un puñado de castañas. 
Uno de los momentos más especiales de la excursión es degustar el sabor de las castañas recién caídas. 
Después de comer dejó de llover y continuamos la ruta para regresar de nuevo al estacionamiento. 
Es un bosque maravilloso que no tiene nada que envidiar a otros míticos bosques del Sistema Central, como el Hayedo de Montejo de la Sierra. Quizás con un control de visitas como el que se hace en el Hayedo de Montejo se consiga la protección que precisa un lugar tan especial como este. 
GuardarGuardar

No hay comentarios:

Publicar un comentario