Los colores del otoño se hacen patentes en las frescas laderas del Monte Abantos, lugar a donde nos dirigimos hoy para ofrecer a nuestros clientes un buen "baño de bosque" otoñal.
Nos acompañan Charo & Manuel, Mónica y Stoyan, procedentes todos ellos de la capital, Madrid.
Viendo cómo sienten y disfrutan cada instante de la excursión, se nota que están muy necesitados de la tranquilidad del bosque y la naturaleza salvaje.
Fue la frescura de los árboles del Bosque de Abantos, junto con sus arroyos y su buena tierra, lo que motivó en buena medida la decisión de Felipe II de edificar aquí su obra magna, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Pero este bosque, que es hoy muy diferente a como lo conoció Felipe II en el siglo XVI, guarda una historia que es el orgullo del naturalismo español del siglo XIX: La primera gran reforestación hecha en España.
Además de Pinos Resineros, Laricios y Silvestres, aquellos ingenieros del siglo XIX, siguiendo las directrices del naturalismo forestal, plantaron toda una variedad de árboles como Pinsapos, Robles, Hayas y Alerces, generando microclimas que hoy mantienen la integridad de un autentico ecosistema forestal.
Además de Pinos Resineros, Laricios y Silvestres, aquellos ingenieros del siglo XIX, siguiendo las directrices del naturalismo forestal, plantaron toda una variedad de árboles como Pinsapos, Robles, Hayas y Alerces, generando microclimas que hoy mantienen la integridad de un autentico ecosistema forestal.
He aquí la majestuosa Haya del Trampalón, el "árbol madre" del Bosque Abantos, auténtica joya de este monte.
Este año las hayas están tardando algo más tiempo en vestirse de color oro, quizás por la abundante humedad que les ha caído durante las últimas jornadas.
Durante el recorrido hemos prestado atención en reconocer algunos indicios de la fauna terrestre y localizamos algún excremento de zorro y de garduña, pero ni un rastro de los corzos.
Los que nunca fallan son los Buitres Leonados, que hoy recibieron la visita de un joven Buitre Negro que voló muy cerca de nosotros.
Dentro del bosque hemos escuchado a los dos carpinteros, el Pito Real y el Pico Picapinos, al guardián Arrendajo, a los Trepadores...
Mientras descendemos por el valle nos sumergimos de nuevo en la profundidad del bosque.
El color pre-otoñal de las hojas de los árboles nos envuelve en una atmósfera que relaja nuestros sentidos, principalmente el de la vista.
Y los Arces contribuyen a dar su particular toque de color con el irresistible rojo otoñal...
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