Nuestro Programa de Expediciones con Raquetas de Nieve nos lleva este fin de semana a la vertiente septentrional de la Cordillera Cantábrica, allí donde se yergue la espectacular formación de los Picos de Europa.
Las elevadas altitudes de los Picos de Europa aseguran una fuerte innivación durante los inviernos, pero la proximidad al mar Cantábrico causa repentinas subidas de temperatura que favorecen los argayos y los aludes en los tres macizos de los Picos.
Tras valorar el estado de la nieve en el macizo, tomamos la decisión de realizar nuestra actividad en la Hoya de Freñana, lugar donde nace el río Cares.
La grandeza de estas montañas, la espectacularidad de los paisajes y la soledad de los valles que rodean a los Picos de Europa, hacen que una jornada invernal aquí se convierta en una auténtica experiencia en la Naturaleza.
Los Picos de Europa desde el Puerto de Panderrueda. Foto: Javier Villaverde. |
Hoya de Freñana (Valle de Valdeón, León). |
Nos acompañan en esta ocasión Fabián, Marisa, Javier y Silvia, cuatro intrépidos expedicionarios que vienen dispuestos a todo con tal de vivir una auténtica aventura en la montaña invernal cantábrica.
La tenacidad milenaria de las aguas del río Cares labró el profundo Valle de Valdeón, donde se asientan ocho bonitos pueblos de la montaña leonesa: Caldevilla, Soto, Posada, Prada, Los Llanos, Santa Marina, Cordiñanes y Caín. En uno de ellos, Cordiñanes, es donde hemos establecido nuestra base de operaciones durante el fin de semana.
Cordiñanes de Valdeón (Foto: Javier Villaverde Gil). |
Hemos establecido como objetivo intentar alcanzar la cumbre del Pico Gildar (2.078 m.), el más alto de la Sierra de Cebolleda, que separa el Valle de Valdeón del vecino Valle de Casasuertes.
Esta travesía nos permitirá descubrir un inmenso bosque que se conserva en perfecto estado natural, reliquia de los antiguos bosques atlánticos que ocupaban la mayor parte de la Cordillera Cantábrica.
Foto: Javier Villaverde. |
Partimos del Puerto de Panderruedas, a 1.450 m. de altitud, y nos dirigimos a las Cerras de Cuénabres, una línea de cumbres y collados que enlaza directamente con la Sierra del Cebolleda.
La nieve acumulada durante el invierno convierte a las Cerras de Cuénabres en una afilada arista donde conviene extremar las precauciones.
El viento y la lluvia caída durante la jornada del viernes han borrado los rastros de los numerosos animales que viven por la zona, pero hemos podido reconocer algunas huellas que podrían ser de lobos.
Los pronósticos meteorológicos no son todo lo favorables que desearíamos, pero hoy sábado se ha abierto una ventana en el cielo que nos está brindado una gran oportunidad para alcanzar nuestro objetivo.
Pero en cualquier momento las cosas podrían cambiar radicalmente, pues se espera que un frente asociado a la borrasca Félix cubra los cielos de Valdeón en breve.
Sorprendimos a un numeroso grupo de Rebecos surcando las nevadas laderas del Gildar. Asombra la portentosa facultad trepadora de estos "antílopes alpinos", perfectamente adaptados a la vida en la Montaña.
Rebecos en la Hoya de Freñana. Foto: Javier Villaverde. |
Con el objetivo ya a la vista, decidimos atacar la cumbre por el flanco derecho, evitando la rampa de la cara norte, cuya pendiente es demasiado fuerte para subirla con raquetas.
Pico Gildar (2.078 m.). Foto: Javier Villaverde. |
Después de flanquear el paso de la Braña Salguera, de fuerte pendiente, alcanzamos el Collado Cebolleda, situado a 1.984 m. de altitud.
Pero las cosas se complicaron en este tramo, a escasos metros de la cumbre de nuestro objetivo, el Gildar. La fuerte ventisca y la escasa visibilidad nos hizo retroceder, una decisión dolorosa pero necesaria para mantener la seguridad del grupo.
La precaución guía nuestros pasos, y en estas condiciones hay que tomar decisiones que en la Montaña son difíciles de asumir.
Foto: Javier Villaverde. |
Como diría Maurice Herzog: "No es más quien más alto llega, sino aquel que influenciado por la belleza que le rodea, vive más intensamente". Esa es nuestra filosofía.
Rápidamente descendemos hacia el valle de Freñana para refugiarnos en la Cabaña, momento que aprovecharemos para comer.
Poco después pasó la tempestad y pudimos seguir con nuestro itinerario. Visitamos antes la Cascada de Freñana, primeras aguas del río Cares.
Cascada de Freñana. Foto: Javier Villaverde. |
Nos dirigimos ahora hacia los Prados de Uruy, donde nos espera una deliciosa travesía por el interior de un auténtico bosque de adas.
Foto: Javier Villaverde. |
Este impresionante bosque guarda muchos secretos, como esas larguísimas barbas que cubren casi por completo las ramas y los troncos de las hayas. Son líquenes fruticulosos pertenecientes a la especie Usnea filipendula, que puede alcanzar aquí los 50 cm. de longitud.
Usnea filipendula. |
Para la jornada del domingo el tiempo empeoró y tuvimos que renunciar a las raquetas. Optamos pues por realizar una ruta en el Monte Corona, en la zona más profunda del Valle de Valdeón.
Foto: Javier Villaverde. |
Visitamos el Chorco de los Lobos y la Farfada, un maravilloso lugar donde se produce una surgencia de aguas torrenciales que brota directamente de una cueva.
Durante el itinerario sorprendimos a un enorme jabalí que se asustó al vernos y huyó rápidamente ladera arriba. También descubrimos algunos secretos botánicos de este bosque, como las Lenguas de Ciervo (Phyllitis scolopendrium).
Tuvimos tiempo de visitar Caín, auténtica aldea de los Picos de Europa, cuna del alpinismo español. En su cementerio reposan los restos de Gregorio Pérez "El Cainejo", quien guió a Pedro Pidal, el Marqués de Villaviciosa, en la primera ascensión al Naranjo de Bulnes, aquel 5 de agosto de 1904.
Y como no podría ser de otra manera, antes de regresar a casa disfrutamos de una buena comilona en el Refugio "La Ardilla Real", en Santa Marina de Valdeón.
Esto es lo que dio de sí este fantástico fin de semana en los Picos de Europa. Regresamos con las pilas cargadas y deseando volver pronto a este paraíso de la Cordillera Cantábrica.
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