martes, 11 de julio de 2017

Cañón del Río de La Aceña (Sierra Oeste de Madrid).

El Cañón del Río de La Aceña, un recorrido a lo largo del arroyo del Hornillo hasta el río de La Aceña y su posterior desembocadura en el río Cofio, es una de las mejores rutas de nuestro catálogo local. 
Acompañamos esta vez a Thais (El Espinar, Segovia) y a Cristina (Algete, Madrid), que vienen dispuestas a darlo todo por una gran aventura en la naturaleza más salvaje de nuestro entorno.
Cris, licenciada en Biología, ya ha venido a muchas de nuestras rutas. Recibe cada nuevo avistamiento con un gran entusiasmo, propio de una mente científica, hambrienta de conocimientos y de experiencia. 
El primer tramo de la ruta exige la ascensión a las peñas del Cerro de La Cabeza, para lo que hay que salvar un importante desnivel. 
Foto: Cristina Cerdeño.
Tras la trepada final llegamos a la cima, desde donde nos espera un merecido descanso mientras contemplamos el paisaje espectacular de las dehesas escurialenses. 
En cuanto alcanzamos el nacimiento del arroyo del Hornillo, comenzamos a disfrutar de las damiselas y libélulas. He aquí, por ejemplo, un ejemplar macho de la libélula Orthetrum coerulescens. En los días carulosos como hoy, las libélulas de este tipo adoptan una típica postura con las alas inclinadas hacia adelante para tratar de dar sombra al tórax. 
Orthetrum coerulescens.
También las damiselas o Caballitos del Diablo son muy abundantes. Mientras explicábamos la peculiar forma de reproducirse que tienen las libélulas, tuvimos la suerte de sorprender a dos caballitos en pleno acto sexual.
Caballitos del Diablo (Calopteryx virgo).
Otra libélula muy abundante es Onychogomphus uncatus, que tiene los ojos de un precioso color azul.
Onychogomphus uncatus. Foto: Cristina Cerdeño.
Realizamos una visita obligada a la pequeña turbera de Malagón, provista de Esfagnos y de plantas carnívoras (Drosera rotundifolia). Este tipo de formaciones son muy escasas en la Sierra de Guadarrama, y es todo un lujo contar con ellas cerca de San Lorenzo de El Escorial, una prueba más de la enorme riqueza biológica que reúne el entorno del Puerto de Malagón.
Drosera rotundifolia. Foto: Cristina Cerdeño.
Llegamos a las Chorreras del Hornillo, bastante escasas de agua por la falta de lluvias durante los últimos meses. 
Tras las chorreras enlazamos con las aguas del río de la Aceña, que viene algo más cargado gracias al embalse que tiene en su cabecera.
El cañón fluvial es bastante angosto y ello nos obliga a buscar nuestro itinerario con trepadas y destrepadas. 
Tras varios kilómetros de marcha y con este calor, nos permitimos la licencia de darnos un buen chapuzón en una de las pozas del río. 
Tras un prolongado descanso a orillas de las refrescantes aguas del Aceña, continuamos el itinerario esperando sorprender a alguna de las criaturas típicas de estos lares, como la Lavandera Cascadeña, el Mirlo Acuático o la mismísima Cigüeña Negra. De momento, tan solo el Milano Real (Milvus milvus) y la Rana Común (Pelophylax perezi) han hecho acto de presencia. 
Foto: Cristina Cerdeño.
Un par de kilómetros aguas abajo llegamos al final de nuestra ruta, pero antes hay que salvar pequeños obstáculos que nos obligan a trepar y a cruzar el río varias veces.
A partir de este punto, las aguas del Aceña se funden con las del Cofio, dando lugar a otro espectacular cañón que habrá que explorar en próximas aventuras.
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1 comentario:

  1. Gracias Miguel Ángel, una buena aventura donde disfruté y aprendí mucho, repetiré claro.

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