Estamos encantados de regresar a nuestra querida Cordillera Cantábrica, hogar de los últimos Osos Pardos de la Europa Occidental. Hoy nos acompañan Asger (Dinamarca) y Paul (Estados Unidos), dos amantes de la montaña y la naturaleza, que desean vivir la experiencia del ecoturismo en la mayor Reserva de la Biosfera del mundo: La Cantábrica.
Tras la deliciosa comida que nos ha preparado Nati, damos una charla sobre el Oso Pardo con la que ponemos en situación a nuestros expedicionarios. Nuestro objetivo es rastrear diversos escenarios de la cordillera, en espera de obtener algún avistamiento del plantígrado cantábrico.
En primer lugar nos movemos por el entorno del Alto Sil Leonés. Mientras nos desplazamos hacia el primer lugar de rastreo, les mostramos a Paul y a Asger, cómo han aprendido a convivir con los osos los apicultores de esta zona: Mediante la construcción de cortines como éste.
Rastreamos durante horas uno de los escenarios habituales, donde hemos obtenido avistamientos en expediciones pasadas.
Sin embargo, hoy no hemos detectado movimiento alguno, salvo un pequeño Corzo (Capreolus capreolus) que pastaba plácidamente, ajeno a nuestra exploración.
Los rastros dejados por el oso nos advierten de su presencia, pero no logramos detectar ni un solo excremento reciente. El otoño pasado vimos por aquí a una osa con sus tres esbardos, pero ahora en la primavera, cuando los machos merodean en busca de hembras en celo, las madres procuran alejarse de ellos llevando a sus oseznos a otros lugares más apartados. Viendo imágenes como esta, captadas hace apenas unos días en Somiedo, entendemos por qué las madres procuran alejarse de la presencia de los machos:
En primer lugar nos movemos por el entorno del Alto Sil Leonés. Mientras nos desplazamos hacia el primer lugar de rastreo, les mostramos a Paul y a Asger, cómo han aprendido a convivir con los osos los apicultores de esta zona: Mediante la construcción de cortines como éste.
Rastreamos durante horas uno de los escenarios habituales, donde hemos obtenido avistamientos en expediciones pasadas.
Sin embargo, hoy no hemos detectado movimiento alguno, salvo un pequeño Corzo (Capreolus capreolus) que pastaba plácidamente, ajeno a nuestra exploración.
Los rastros dejados por el oso nos advierten de su presencia, pero no logramos detectar ni un solo excremento reciente. El otoño pasado vimos por aquí a una osa con sus tres esbardos, pero ahora en la primavera, cuando los machos merodean en busca de hembras en celo, las madres procuran alejarse de ellos llevando a sus oseznos a otros lugares más apartados. Viendo imágenes como esta, captadas hace apenas unos días en Somiedo, entendemos por qué las madres procuran alejarse de la presencia de los machos:
Fracasado el primer intento, optamos por rastrear en otros lugares de la Cordillera Cantábrica durante la segunda jornada de la expedición.
Rastreamos largo y tendido durante las primeras horas de la jornada, pero no obtuvimos resultados, tan solo algún Rebeco (Rupicapra rupicapra) y varios Buitres Leonados (Gyps fulvus).
Rebeco (Rupicapra rupicapra). |
Los rastreos son largos y minuciosos, hay que repetirlos una y otra vez. Pueden parecer aburridos, pero siempre se detecta algo que puede llamar la atención. Asger y Paul lo disfrutan, porque este examen del paisaje les permite conocer mejor las particularidades de esta cordillera.
Recorremos el mismo itinerario que nos permitió observar osos en otras ocasiones, un paraje muy salvaje donde es posible disfrutar de la fauna y la flora más características de la Cordillera Cantábrica.
Drosera rotundifolia. |
Capilotes (Narcissus leonensis) y Anemonas de los Bosques (Anemone nemorosa). |
Sapo Común (Bufo bufo). |
Carraleja (Meloe violaceus). |
Aprovechamos la comodidad de una pequeña cabaña para comer mientras observamos pacientemente con los prismáticos.
Mientras regresábamos, vimos a un Zorro que andaba detrás de los topillos, muy abundantes en estos pastos subalpinos. También pudimos reconocer el excremento de un oso, pero no era reciente.
Fracasado también el rastreo en Laciana, planificamos el regreso visitando de nuevo algunos de los escenarios del Alto Sil, agotando así los últimos cartuchos antes de iniciar el viaje de regreso a Madrid.
Durante una de las esperas nos encontramos con la Aguileña (Aquilegia vulgaris), con sus grandes y bonitas flores que adornan los bosques caducifolios.
Aguileña (Aquilegia vulgaris). |
Se nos acaba el tiempo y no tenemos más remedio que dar por finalizada la expedición sin avistamientos de osos. Nos preguntamos a qué ha podido ser debido y barajamos varias hipótesis: Las últimas heladas han afectado a los brotes de avellanos, hayas y robles, lo cual ha podido modificar, en cierta medida, el régimen alimenticio de los osos, que se han visto forzados a movilizarse hacia zonas de menor altitud. También el celo y la frecuencia de machos han obligado a las hembras a movilizarse con sus esbardos. Infanticios y enfrentamientos entre machos se han producido recientemente, y han podido quedar documentados, de modo que cobra fuerza esta última hipótesis. En cualquier caso, regresamos con la sensación de haber hecho todo lo posible para que nuestros dos clientes, Asger y Paul, se lleven un magnífico recuerdo de la maravillosa Cordillera Cantábrica. Esperemos que así sea.
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