En las sociedades primitivas, cuando el hombre dependía de la caza para sus supervivencia, el oficio de "rastreador" tenía una gran importancia. Hoy, sin embargo, el hombre vive cada vez más alejado de la naturaleza, y el reconocimiento de las huellas y señales que dejan los animales no tiene mucho interés, salvo para los biólogos y naturalistas.
Nos acompañan Aitor, Belén & Aritz (Las Rozas, Madrid), Jorge (El Escorial) y Fabián, Mayte, Iván y Jimena (San Lorenzo de El Escorial). Nuestro objetivo es rastrear el Bosque de Abantos para identificar las diferentes señales que deja su fauna terrestre.
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Hozaduras de Jabalí. |
Lo primero que nos encontramos son las hozaduras de los Jabalíes (Sus scrofa). Se trata del indicio más evidente de los Jabalíes, resultado de la búsqueda incansable de uno de sus alimentos preferidos bajo tierra: Tubérculos y bulbos. En ocasiones, no dudan en levantar piedras con la fuerza de su hocico.
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Guarida del Ratón de Campo. |
Estos montículos de tierra junto a unos orificios entre las rocas corresponden al Ratón de Campo (Apodemus sylvaticus). Su guarida consiste en un sistema de galerías y cámaras-nido, a veces muy profundas (hasta un metro). Toda la tierra extraída la amontonan junto a los orificios de entrada y salida.
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Opilión en la mano de Aritz. |
Mientras realizábamos el rastreo sorprendimos a esta curiosa criatura: Un Opilión, arácnido inofensivo que vive en los bosques.
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Tronco picoteado por los Pícidos. |
La siguiente señal corresponde a los Pícidos, los dos pájaros carpinteros que viven en este bosque: El Pico Picapinos (Dendrocops major), y el Pito Real (Picus viridis). Buscan larvas y escarabajos que se alimentan de la madera muerta.
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Letrina de Tejón. |
A continuación nos encontramos con la letrina de un Tejón (Meles meles), un mustélido que acostumbra a depositar sus excrementos en pequeños orificios excavados sobre el terreno, en los bordes de su territorio.
La identificación de la especie responsable de cada uno de los indicios requiere de un diagnóstico preciso con la ayuda de las guías de campo.
Mientras rastreábamos esta zona del bosque, tuvimos la grata sorpresa de ver a un pequeño grupo de corzos caminando con toda tranquilidad por una de sus veredas.
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Excrementos de Corzo. |
Y hablando de Corzos (Capreolus capreolus), no podían faltar sus excrementos, pequeñas bolitas negras depositadas normalmente en zonas próximas a sus comederos habituales. Con frecuencia los deposita mientras camina, de modo que podemos encontrarlos esparcidos a lo largo de una vereda.
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Cubil de Corzo. |
No muy lejos de sus comederos se hallan sus dormideros. A diferencia de otros cérvidos, al Corzo le gusta remover la hojarasca para acostarse sobre el suelo desnudo.
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Taller de Ardilla. |
Tampoco podía faltar uno de los indicios más evidentes de los bosques de coníferas: Los talleres de las Ardillas (Sciurus vulgaris). Los conos de los pinos forman parte de su dieta. Lo que hace normalmente es romper con los dientes las escamas para buscar las semillas, una tarea que realiza en una determinada posición sobre un árbol, de modo que lo que vemos en el suelo son las escamas sueltas y los conos roídos.
A continuación nos dirigimos a las zonas más profundas del bosque para tratar de localizar otro tipo de indicios.
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Revolcadero de Jabalí. |
Así es como localizamos el revolcadero de un Jabalí. Los Jabalíes acostumbrar a darse baños de fango para protegerse la piel de las picaduras de insectos y parásitos.
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Excremento de Garduña. |
Las Garduñas (Martes foina) son muy territoriales, y acostumbran a depositar sus excrementos en lugares elevados bien visibles.
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Excremento de Comadreja. |
Las Comadrejas (Mustela nivalis) hacen lo mismo, pero sus excrementos son considerablemente más pequeños y finos.
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