martes, 10 de julio de 2018

Ascensión a la Torre Palanca (Picos de Europa, León): Equipo 2.

Seguimos en los Picos de Europa con el "equipo 2" inscrito para la ascensión a la Torre de La Palanca: Maite, Ricardo y Jose Pedro.
Aunque ya saben que la ascensión a La Palanca no va a ser posible por las condiciones de nieve en altura, los tres están dispuestos y animados a vivir su primera experiencia en los Picos de Europa.
La ruta se inicia en Cordiñanes con la Rienda de Asotín, un vertiginoso sedo que advierte al equipo de lo que les espera durante la ascensión al Collado Jermoso. 
De la necesidad y la dureza nacieron los sedos, caminos excavados en la roca por los primitivos pobladores de estas montañas, allí donde la posibilidad de camino es ínfima pero necesaria para alcanzar los pastos de altura. 
Superado el primer reto, nos adentramos de lleno en la Canal de Asotín, que vierte aguas al Cares en el Monte Corona, lugar donde dice la leyenda que fue coronado el rey Don Pelayo. 
En medio de la canal aparece por sorpresa el Hayedo de Asotín, declarado en el año 2017 "Patrimonio Mundial" de la Unesco. El Haya (Fagus sylvatica), dueña y señora de los bosques del macizo calcáreo, nos protege del sol a la vez que da cobijo a un nutrido grupo de aves.
Tras el hayedo nos espera la Vega de Asotín, cuyo verdor y frescura apaciguarán nuestro cansancio, después de la larga caminata.
Frente a nosotros se eleva hasta las nubes la impresionante Torre Santa, máxima cumbre del Macizo Occidental o del Cornión.  
Es difícil relatar semejante espacio caótico y extrañamente bello que nos envuelve y cautiva en el Collado Solano. 
Tras un breve descanso, continuamos la marcha hacia las Traviesas de Congosto. 
Allí nos esperan nuevos "obstáculos", como este gran nevero que pone en alerta a nuestro equipo de expedicionarios.
El agua escasea en esta zona y el calor azota demasiado, lo que nos obliga a lamer el agua que se desliza sobre las rocas procedente del deshielo de los neveros de altura. 
Maite y Ricardo avanzan poco a poco impresionados por la sensación de altura, mientras Jose Pedro va quedándose atrás, visiblemente afectado por todo lo que le rodea. Decidimos parar hasta que recobre las fuerzas que son necesarias para afrontar el último de los retos: El Argayo Congosto.
Un argayo es una torrentera de nieve y piedras interrumpido por uno o varios cortados, que se precipita hacia el fondo de las canales, dibujando un paraje típicamente "picoeuropeano". No es buena costumbre seguir el camino de los argayos, algo que saben muy bien los lugareños, cansados de ver accidentes año tras año. Bien es cierto que en algunos casos, como en este, el argayo es el único camino posible para salvar un frente de paredes.
Arriba nos espera el Collado Jermoso, del que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que se trata de uno de los lugares más hermosos de este mundo. 
El ocaso del sol tras Torre Santa nos ofrece un espectáculo que nos deja sin palabras.
Al collado acuden los Rebecos (Rupicapra rupicapra), animales perfectamente adaptados a la verticalidad de estas montañas.
Allí donde las paredes y los pastizales sustituyen a los bosques, se encuentran nutridas poblaciones de este ungulado silvestre, fácilmente visible ramoneando en los collados o descansando sobre los neveros. 
Nos alojamos en el excelente Refugio de Collado Jermoso, construido en el año 1942 por Delgado Úbeda, arquitecto y presidente por aquel entonces de la Federación Española de Montañismo. El transporte de los materiales corrió a cargo de varios vecinos del valle de Valdeón.
A la mañana siguiente emprendemos el regreso por las Colladinas, todavía cubiertas de grandes neveros.
Los Picos de Europa imponen un estilo, "moldean" a los hombres y mujeres que se atreven a surcarlos. A veces enamoran, otras veces inducen a miedos irracionales; son demasiado abruptos, demasiado salvajes... 
La dureza y la verticalidad de sus canales enciende una lucecita de "peligro" en la mente de nuestros expedicionarios, que avanzan seducidos por la aureola de dificultad que envuelve a estas montañas
Poco a poco nos vamos aproximando a la Vega de Liordes, que por su extensión y altitud es la más destacada de los Picos de Europa.  
Adecuada a la estructura de depresión cerrada entre grandes montañas calizas, la Vega de Liordes nos va a reconfortar con su frescor, su verdor y su colorido floral.   
Androsace villosa es una de sus flores alpinas más bonitas, caracterizada por los anillos de color rojo y amarillo de sus blancas corolas.
Androsace villosa.
Geranium subargenteum, endemismo cantábrico, sorprende por las venas color púrpura de sus pétalos. 
Geranium subargenteum.
Otro endemismo, la Gentiana angustifolia occidentalis, vive en las fisuras de los roquedos y pastizales someros. Su belleza nos cautivó durante la travesía por la vega y el Sedo de Pedabejo.
Gentiana angustifolia occidentalis.
Es precisamente el Sedo de Pedabejo el último escollo que debemos salvar para salir del macizo y alcanzar las praderas del Caben de Remoña.
Fue en este lugar donde Jesús Calleja condujo al presidente Zapatero durante uno de los programas del "Desafío Extremo". 
El reto a sido muy fuerte para nuestros expedicionarios, poco acostumbrados a las sensaciones de los Picos de Europa. Ahora respiran tranquilos al saber que lo que nos queda es camino "fácil".
No obstante, podrán sentirse orgullosos de su gran aventura, pues pocas son las personas que se atreven a surcar los Picos por su vertiente más salvaje y vertical. Para nosotros siempre será motivo de orgullo acompañar y mostrar a los visitantes los infinitos rincones que se esconden entre nuestra geografía ibérica. 

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