domingo, 22 de abril de 2018

La Garganta del Tobar (San Lorenzo de El Escorial, Madrid).

Hoy nos adentramos en el sector del Sistema Central que une la Sierra de Guadarrama con la Sierra de Gredos, un territorio inhóspito y salvaje, en gran parte desconocido, hogar de algunas especies tan interesantes como la Cigüeña Negra o el mismísimo Lobo Ibérico.
Nos acompañan Mayte y Rafa & Belén, que traen consigo a "Elba", una linda perrita muy acostumbrada a las grandes caminatas por el campo. Su finísimo olfato podría servirnos de gran ayuda en una de las misiones que tenemos hoy: Encontrar rastros del lobo.
La Garganta del Tobar es uno de esos parajes en los que uno se siente aislado en plena armonía con la Naturaleza.
La adaptabilidad del lobo es extraordinaria, pero suele elegir espacios muy abiertos para establecer sus cazaderos. Tenemos varias evidencias de la presencia del Lobo Ibérico por esta zona, aunque todavía no estamos en condiciones de asegurarlo al 100%. 
Excremento de Lobo Ibérico localizado durante el itinerario.
Varios indicios apuntan en la buena dirección. Sería una gran noticia contar con una manada de lobos por estas tierras. No olvidemos que el Lobo Ibérico ocupa la cúspide de la pirámide trófica de la gran mayoría de nuestros ecosistemas terrestres. 
Los riscos de Galdano albergan varios nidos de Buitre Leonado que observamos atentamente con la ayuda de los prismáticos, mientras nos tomamos un plácido descanso. 
Durante el itinerario nos hemos encontrado con otras criaturas, como estos "Escarabajos Pipa" (Iberodorcadion perezi), especie endémica de la Sierra de Guadarrama, descubierta por Mariano de Paz Graells en el siglo XIX
El arroyo del Tobar esconde rincones con mucho encanto, algunos de ellos muy interesantes desde el punto de vista botánico.
Al final de la garganta el arroyo del Tobar funde sus aguas con el río Aceña, procedente del embalse de Peguerinos.
El río Aceña constituye probablemente el ecosistema fluvial mejor conservado de la Comunidad de Madrid. No hay más que ver las enormes praderas subacuáticas del Ranunculus fluitans, cuyas bonitas flores blancas adornarán en breve la superficie de buena parte del río.
Llegados a este punto lo que toca es subir aguas arriba por el Arroyo del Hornillo, que nace en las praderas subalpinas del puerto de Malagón. 
Este itinerario de regreso nos permite disfrutar del deshielo primaveral en las diferentes chorreras por las que se precipitan las aguas del Hornillo.
El arroyo baja bien cargado de agua, gracias a las generosas precipitaciones acontecidas durante el mes de marzo, uno de los más lluviosos de los últimos años.
Tanto es así que hay que habilitar puentes para poder cruzar el arroyo en distintos puntos. 
Aunque nos ha caído algo de agua durante la comida, el tiempo se está portando bastante bien durante la jornada y nos está permitiendo disfrutar del paisaje. 
En la Chorrera Alta del Hornillo el espectáculo no deja de sorprendernos. Surcamos la chorrera aguas arriba evitando poner el pie en las zonas mojadas más resbaladizas.
Ya en las praderas de Malagón, sorprendimos a un grupo de Buitres Leonados, Buitres Negros, Cuervos y Milanos Reales, terminando de limpiar una carroña de las muchas que hay por la zona. 
Los suelos encharcados de estas praderas dificultan nuestro avance, pero seguro que pocas semanas estarán repletas de bonitas flores que habrá que explorar.  
Tras cruzar las praderas, llegamos de nuevo al Pinar de Abantos, pasando por una de las mejores vistas posibles del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
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