Hoy realizamos un Tour Privado para los clientes del San Lorenzo Suites, el hotel con más encanto de San Lorenzo de El Escorial.
El objetivo es que descubran los valores naturales del entorno que rodea al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, catalogado como "Paisaje Pintoresco de Interés Nacional".
Para ello vamos a conducirles por el interior del valle del Monte Abantos, el mismo lugar del que se enamoró Felipe II durante sus viajes a Toledo, a mediados del siglo XVI.
Por aquel entonces el valle estaba cubierto por un denso bosque de robles, drenado por multitud de fuentes y arroyos. Tras siglos de sucesivas talas, el bosque desapareció hasta que, a mediados del siglo XIX, se proyectó reforestar el Monte Abantos bajo criterios del "naturalismo forestal".
Hoy el valle ha recuperado buena parte de su biodiversidad, y prueba de ello es la existencia de especies botánicas tan hermosas e interesantes como la "Mosquitas Azules" (Linaria elegans), un endemismo ibérico muy abundante en la Sierra de Malagón.
Mosquitas Azules (Linaria elegans).
Gracias a aquella reforestación histórica del Monte Abantos, hoy gozamos de un magnífico bosque plagado de rincones tan mágicos como el Hayedo del Trampalón. Las hayas que se plantaron en esta ladera del Monte Abantos lucen hoy un aspecto impresionante. Algunas de ellas son ya centenarias, las "viejas del lugar", los "árboles madre" del Pinar de Abantos.
Pero no son solo las hayas las responsables de este "pixelado" paisajístico que recubre las laderas más sombrías del Monte Abantos.
Además de los tres tipos de pinos dominantes (Pino Resinero, Pino Silvestre y Pino Laricio), los Pinsapos, los Fresnos, los Robles y los Alerces desempeñan una función muy importarte: Recuperar el suelo y reconstruir un auténtico ecosistema forestal.
También hemos disfrutado de la presencia de un nutrido número de aves, como los Rabilargos, los Arrendajos, los Carboneros, los Pinzones, los Trepadores, los Mirlos y este Mosquitero Papialbo.
Mosquitero Papialbo (Phylloscopus bonelli).
La restauración de los bosques iniciada en el siglo XIX nos acercó mucho a la naturalidad del territorio. Pero no olvidemos que los cultivos forestales como los que se hicieron durante el siglo XX y los que se siguen haciendo hoy en día, nunca jamás llegarán a ser bosques.
Hoy nos adentramos en el sector del Sistema Central que une la Sierra de Guadarrama con la Sierra de Gredos, un territorio inhóspito y salvaje, en gran parte desconocido, hogar de algunas especies tan interesantes como la Cigüeña Negra o el mismísimo Lobo Ibérico.
Nos acompañan Mayte y Rafa & Belén, que traen consigo a "Elba", una linda perrita muy acostumbrada a las grandes caminatas por el campo. Su finísimo olfato podría servirnos de gran ayuda en una de las misiones que tenemos hoy: Encontrar rastros del lobo.
La Garganta del Tobar es uno de esos parajes en los que uno se siente aislado en plena armonía con la Naturaleza.
La adaptabilidad del lobo es extraordinaria, pero suele elegir espacios muy abiertos para establecer sus cazaderos. Tenemos varias evidencias de la presencia del Lobo Ibérico por esta zona, aunque todavía no estamos en condiciones de asegurarlo al 100%.
Excremento de Lobo Ibérico localizado durante el itinerario.
Varios indicios apuntan en la buena dirección. Sería una gran noticia contar con una manada de lobos por estas tierras. No olvidemos que el Lobo Ibérico ocupa la cúspide de la pirámide trófica de la gran mayoría de nuestros ecosistemas terrestres.
Los riscos de Galdano albergan varios nidos de Buitre Leonado que observamos atentamente con la ayuda de los prismáticos, mientras nos tomamos un plácido descanso.
Durante el itinerario nos hemos encontrado con otras criaturas, como estos "Escarabajos Pipa" (Iberodorcadion perezi), especie endémica de la Sierra de Guadarrama, descubierta por Mariano de Paz Graells en el siglo XIX.
El arroyo del Tobar esconde rincones con mucho encanto, algunos de ellos muy interesantes desde el punto de vista botánico.
Al final de la garganta el arroyo del Tobar funde sus aguas con el río Aceña, procedente del embalse de Peguerinos.
El río Aceña constituye probablemente el ecosistema fluvial mejor conservado de la Comunidad de Madrid. No hay más que ver las enormes praderas subacuáticas del Ranunculus fluitans, cuyas bonitas flores blancas adornarán en breve la superficie de buena parte del río.
Llegados a este punto lo que toca es subir aguas arriba por el Arroyo del Hornillo, que nace en las praderas subalpinas del puerto de Malagón.
Este itinerario de regreso nos permite disfrutar del deshielo primaveral en las diferentes chorreras por las que se precipitan las aguas del Hornillo.
El arroyo baja bien cargado de agua, gracias a las generosas precipitaciones acontecidas durante el mes de marzo, uno de los más lluviosos de los últimos años.
Tanto es así que hay que habilitar puentes para poder cruzar el arroyo en distintos puntos.
Aunque nos ha caído algo de agua durante la comida, el tiempo se está portando bastante bien durante la jornada y nos está permitiendo disfrutar del paisaje.
En la Chorrera Alta del Hornillo el espectáculo no deja de sorprendernos. Surcamos la chorrera aguas arriba evitando poner el pie en las zonas mojadas más resbaladizas.
Ya en las praderas de Malagón, sorprendimos a un grupo de Buitres Leonados, Buitres Negros, Cuervos y Milanos Reales, terminando de limpiar una carroña de las muchas que hay por la zona.
Los suelos encharcados de estas praderas dificultan nuestro avance, pero seguro que pocas semanas estarán repletas de bonitas flores que habrá que explorar.
Tras cruzar las praderas, llegamos de nuevo al Pinar de Abantos, pasando por una de las mejores vistas posibles del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Por fin conseguimos completar el Programa de Snowshoeing con la tan esperada salida a la Sierra de Gredos, que luce este impresionante aspecto. Las malas condiciones meteorológicas nos han obligado a aplazar esta salida hasta hoy que, milagrosamente, se nos ha abierto una ventana de buen tiempo.
A pesar de la llegada de la primavera, los espesores rondan los 3 y 4 m., lo cual nos facilita mucho cualquier tipo de itinerario que queramos realizar con las raquetas de nieve en un entorno como este.
Nos acompañan los intrépidos montañeros de otras grandes aventuras graellsianas: Josete, Fabián, Jorge y Javier.
Con la mirada puesta en el Morezón, nos calzamos las raquetas en La Plataforma y arrancamos la ascensión por las Escaleruelas hacia el Prado de las Pozas.
Las últimas nevadas de estos días nos han dejado una capa de nieve blanda de unos 20 cm. sobre un manto helado. Las raquetas agarran perfectamente, pero habrá que prestar atención a los posibles aludes, pues el sol, cuando sale, calienta a base de bien.
Desde el Prado de las Pozas se divisa al fondo el Morezón con la cumbre envuelta en la niebla. El "paquetón" de nieve es impresionante...
Avanzamos por la ladera de Los Colgadizos hacia el Collado de Navasomera, situado a unos 2.270 m. de altitud. Apenas asoma una roca del espeso manto de nieve.
Poco a poco vamos ganando altura y vemos La Mira, en la zona de Los Galayos, también repleta de nieve. Detrás dejamos el Valle del Tormes, y al fondo, en la lejanía, la Sierra de Guadarrama.
Las últimas rampas hacia el Morezón se resisten y la niebla parece apoderarse de la cumbre... Desconocemos si nos dejará disfrutar del maravilloso paisaje que ofrece esta cima.
Por fin alcanzamos la cumbre, a eso de las 14:30 h. Al otro lado, cae vertiginosamente la impresionante Canal de la Mina, directamente hacia la Laguna Grande, en el Circo de Gredos.
Situada a 2.389 m. de altitud, la cumbre del Morezón ofrece las más hermosas vistas de la Sierra de Gredos y una panorámica excepcional del Circo de Gredos, la mayor manifestación de los glaciares en el Sistema Central.
Abajo se distingue casi de milagro el refugio de la Laguna Grande de Gredos. Con los prismáticos vemos que la primera planta está sepultada bajo la nieve.
Se dice que fue aquí, en esta cumbre, donde Manuel González de Amezúa, uno de los fundadores del Club Alpino Español, avistó a la Cabra Montés en el año 1903, un hecho que motivó la creación del Coto Real de Gredos en 1905. Poco tiempo después, el rey Alfonso XIII mandó construir un refugio cerca del puerto de la Candeleda, del que apenas quedan unos muros en pie.
Foto de cumbre en el Morezón con un excepcional equipo de expedicionarios.
Buscamos un buen lugar para comer, resguardados del viento. De vez en cuando se abren grandes claros en el cielo que nos permiten contemplar los paisajes que nos rodean.
Pero el Pico Almanzor y su hermana La Galana siguen sin aparecer entre las nubes. Tampoco atisbamos rastro alguno de fauna salvaje. Vimos a las Cabras Montesas pastar por debajo de La Plataforma, pero aquí arriba lo único que se nos acercó fue un Cuervo que quiso probar suerte con los restos de nuestra comida.
Hacia el sur se extiende el Valle del Tiétar, hoy completamente cubierto por las nubes.
Tras la comida emprendemos el regreso recorriendo la cordal de los Altos del Morezón.
La calidad de la nieve es excelente y descendemos por las laderas sin grandes complicaciones.
A medida que avanzamos se van abriendo más claros y por fin logramos divisar las grandes cumbres de Gredos.
Ahí está el Pico Almanzor, la mayor cumbre del Sistema Central. Está tan repleto de nieve que se observan numerosos aludes por todas sus laderas.
Y esto es lo ha dado de sí la temporada de nieve de este invierno. Ha sido tan generoso que nos ha permitido disfrutar de la Cordillera Cantábrica, de los Picos de Europa, de la Sierra de Gredos y, por supuesto, de la Sierra de Guadarrama. No colgaremos las raquetas, porque las montañas están hasta arriba de nieve, pero con esta actividad de hoy damos por finalizada la temporada de Snowshoeing 2018.