Realizamos de nuevo nuestro Taller de Rastreo de Huellas y Señales en el entorno del Monte de Abantos, en dos áreas en las que habitualmente detectamos la presencia permanente de abundante fauna salvaje.
Las señales más abundantes corresponden a los Pícidos, los dos pájaros carpinteros que viven en este bosque: El Pico Picapinos (Dendrocops major), y el Pito Real (Picus viridis). Ambos pasan buena parte de su tiempo "taladrando" los troncos muertos para alimentarse de las larvas y escarabajos que se alimentan de la madera.
Tronco agujereado por los Pícidos en el Bosque de Abantos.
Localizamos también un taller de las Ardillas (Sciurus vulgaris). Los conos de los pinos forman parte de su dieta. Lo que hace normalmente es romper con los dientes las escamas para buscar las semillas, una tarea que realiza en una determinada posición sobre un árbol, de modo que lo que vemos en el suelo son las escamas sueltas y los conos roídos.
Conos roídos por las Ardillas en el Bosque de Abantos.
Pocos indicios de Jabalís (Sus scrofa), apenas unos excrementos y algunas hozaduras. Pero sí bastantes de los Corzos(Capreolus capreolus), principalmente excrementos diseminados en sus veredas y varios encames en sus dormideros.
Encame de Corzo en el Bosque de Abantos.
Las Garduñas (Martes foina) son muy territoriales, y acostumbran a depositar sus excrementos en lugares elevados bien visibles, principalmente sobre rocas en los senderos o veredas. También vimos varias letrinas del Tejón (Meles meles), un mustélido que acostumbra a depositar sus excrementos en pequeños orificios excavados sobre el terreno, en los bordes de su territorio.
Letrina de Tejón en el Bosque de Abantos.
En esta ocasión hemos querido mostrar a los asistentes la metodología de una de las técnicas más modernas en cuanto al restreo de la fauna terrestre: El Fototrampeo. Consiste en instalar cámaras fotográficas y de vídeo en lugares camuflados, próximos a zonas de paso, dormideros, madrigueras... Estas cámaras están dotadas de sensores de movimiento infrarrojo, y se instalan perfectamente integradas en la naturaleza. Permiten fotografiar y filmar a los animales sin causarles la más mínima molestia, proporcionándonos una información muy valiosa del comportamiento de las especies. Para esta actividad dejamos instaladas dos cámaras en dos zonas distintas, de modo que durante el taller visitamos ambas zonas para comprobar los resultados. Aquí los tenemos:
La primera cámara estaba situada en un dormidero habitual de los corzos, y la segunda en un lugar frecuentado por garduñas y tejones. Es interesante observar el comportamiento de los corzos, pero una de las cámaras ha recogido el marcaje sobre un tronco de un macho, y cómo otros corzos huelen el marcaje en el mismo tronco. También vemos a una pareja de corzos jugando en plena noche, y un zorro al que le falta medio rabo... cosas que pasan en de la naturaleza salvaje.
Regresamos a La Pedriza del Manzanares, capricho geológico de la Sierra de Guadarrama (Madrid). Un relieve único donde la geología se ha entretenido durante miles de años para labrar las formas más inimaginables en una montaña.
Han coincidido en esta aventura montañera Adina, Nadia, Jose Antonio, Ángela y Marcos, que forman un equipo muy majo, dispuesto a superar las dificultades que puedan surgir en una de las ascensiones míticas de la Sierra de Guadarrama.
Los caminos de piedra nos conducen en primer lugar al Elefantito, una de esas formas caprichosas que hacen de este lugar uno de los más espectaculares y únicos de nuestra geografía ibérica.
A medida que vamos ascendiendo se revela toda la magia de La Pedriza, un auténtico museo de arte geológico.
Hasta el siglo XIX, los laberínticos pasajes de "Las Pedrizas" solo eran conocidos por los cabreros y algún que otro fugitivo de la justicia.
Uno de los geólogos más destacados de nuestra historia, Casiano de Padro, autor de la primera descripción geológica de Madrid, realizó la primera ascensión conocida al mítico Yelmo, allá por el año 1850. Y lo hizo por la única vía posible, a través de una estrecha grieta en la cara norte denominada "El Callejón del Miedo".
Sólo a través de este callejón es posible la ascensión al Yelmo sin utilizar las técnicas de la escalada.
La cumbre, situada a 1717 m. de altitud, es la máxima elevación de La Pedriza Anterior.
Bernardo de Quirós, impulsor del montañismo madrileño de principios del siglo XX, dijo que la colosal montaña de El Yelmo podría albergar en su interior al mismísimo monasterio de El Escorial.
La nieve primaveral recién caída en las cumbres del Guadarrama nos ofrecen un panorama espectacular desde la cumbre de El Yelmo.
El descenso está previsto por el Hueco de las Hoces, una angosta canal con algunos pasos difíciles que exige prestar mucha atención, pues cualquier despiste puede conducirnos a un callejón sin salida.
Hemos visto un pequeño grupo de machos de Cabra Montés y algunos ejemplares solitarios.
También divisamos varios Buitres Leonados por la zona; estamos en uno de los lugares de nidificación más importantes de la especie, en la Sierra de Guadarrama.
Grandes películas de la historia del Cine fueron rodadas en los escenarios naturales de La Pedriza: "El Cid" (1961), "Rey de Reyes" (1961), "La Caída del Imperio Romano" (1964), "El bueno, el feo y el malo" (1966), "Conan el Bárbaro" (1981)...
Jaras, brezos, zarzas y algunos robles y encinas prosperan en las pequeñas terrazas de suelo que dejan los grandes canchos de granito.
Regresamos al punto de partida de la ascensión recorriendo el Río Manzanares entre Canto Cochino y El Tranco.
Hoy estrenamos la Expedición Lobo Ibérico en la Sierra de La Culebra (Zamora), las montañas que atesoran la mayor densidad de lobos de la Europa Occidental.
Nuestro objetivo es dedicar un fin de semana completo al Lobo Ibérico, realizando una ruta interpretativa en territorio lobero, rastreos de huellas e indicios en zonas de paso de lobos, y acometiendo esperas tanto al anochecer como al amanecer.
También tendremos tiempo para visitar el Centro del Lobo Ibérico, donde conoceremos en persona a Carlos Sanz, colaborador directo de Félix Rodríguez de la Fuente, y uno de los mayores expertos en Lobo Ibérico que tenemos en España.
Carlos Sanz durante su etapa en "El Hombre y La Tierra".
Nos acompañan tres expedicionarios procedentes de Madrid (Teresa, Manuel y Vicky) y Gustavo, argentino afincado en Asturias.
Lo primero que hacemos después de comer en Villardeciervos (Zamora) es aproximarnos a una zona de paso habitual del Lobo Ibérico, con el objeto de reconocer in situ algunos de los indicios más característicos de la presencia del lobo.
Lo primero que localizamos nada más echarnos a andar fue este excremento, compuesto mayoritariamente por crin de Jabalí, señal inequívoca de la existencia de una manada en la zona.
Hasta el siglo XVIII la Sierra de La Culebra estaba cubierta por extensos bosques caducifolios, principalmente de Robles Melojos y Castaños. Posteriormente sufrió, como buena parte del territorio español, una profunda deforestación. Hoy está cubierta por extensos matorrales de brezo y pinares de repoblación.
Nuestra ruta recorre precisamente uno de los pocos parajes en los que sobrevive algún bosque de Roble Melojo.
Es imposible abrirse camino entre la densa vegetación del sotobosque y en las zonas de matorral, de modo que sólo podemos avanzar aprovechando los grandes cortafuegos.
Pero es precisamente en las intersecciones entre los cortafuegos donde los lobos dejan la mayor parte de sus indicios basados en el marcaje de su territorio.
Aquí vemos un excremento de Lobo sobre el que ha marcado posteriormente un zorro.
A lo largo del itinerario avistamos a varios ciervos y algún corzo, pero no logramos localizar ninguna huella reciente de lobo.
El ecoturismo del Lobo Ibérico exige un protocolo de actuaciones muy estricto en el que cada detalle cuenta, si queremos que nuestra actividad no genere impactos negativos. Es importante, por ejemplo, estacionar el coche en lugares poco visibles en zonas alejadas de la carretera, para evitar el efecto llamada.
Una hora antes del ocaso, acudimos a uno de los puntos de observación autorizados para la observación del lobo.
Las esperas loberas requieren de mucha paciencia y, sobretodo, resistencia al frío intenso de la Sierra de La Culebra. No podemos garantizar los avistamientos de lobos en plena libertad, pero hacemos todo lo posible para intentar conseguirlo.
Barremos una amplia extensión con la ayuda de los telescopios terrestres, pero la naturaleza salvaje es cambiante y no se rige por un horario fijo, sobretodo tratándose del Lobo Ibérico.
Sabemos que la probabilidad de éxito en las esperas durante el ocaso y el amanecer son mayores, pero el factor suerte tiene un importante peso en este tipo de actividad.
Acudimos temprano al mismo lugar, con la esperanza de ver al lobo durante el amanecer.
Podríamos haber elegido otro lugar, pero nunca se sabe...
La clave es tener paciencia y no bajar nunca la guardia, a pesar del intenso frío que se te mete en el cuerpo.
Apuramos al máximo el tiempo del que disponemos, antes de emprender la salida hacia Robledo de Sanabria, lugar donde se encuentra el Centro del Lobo Ibérico.
Nuestro deseo hubiera sido ver lobos en libertad, pero somos conscientes de que esto no siempre se consigue. Pero no nos vamos de la Sierra de La Culebra sin conocer en profundidad la realidad del lobo en esta tierra, y en esto, el Centro del Lobo Ibérico tiene mucho que decir.
Además de una magnífica dotación expositiva sobre el Lobo Ibérico, el centro nos brinda la oportunidad de conocer, de la mano de grandes expertos, la biología y ecología del lobo, valorando la importancia que tiene la especie, tanto para los ecosistemas como para el mundo rural.
También nos brinda la oportunidad de ver lobos en semi-libertad, pudiendo tomar fotografías de auténticos lobos.
Como bien dice su criador, Carlos Sanz, no son lobos "domesticados", son lobos "troquelados" o "improntados" (impregnados psicológicamente), socializados con las personas que les vieron poco después de nacer.
Carlos Sanz trabajó con Félix Rodríguez de la Fuente entre 1975 y 1980, durante el rodaje de la serie "El Hombre y La Tierra". A él le debemos aquellas maravillosas imágenes de los lobos corriendo delante de un sol enrojecido por el ocaso, secuencias que dieron la vuelta al mundo.
Desde la trágica muerte de Félix, aquel fatídico 14 de marzo de 1980, Sanz no ha dejado de trabajar con lobos. Su conocimiento sobre el Lobo Ibérico es hoy incuestionable, y pese a quien pese, nadie mejor que él sabe qué es lo mejor para garantizar la supervivencia del lobo en España.
Desde el sector más "animalista" del ecologismo se le ha criticado injustamente por defender un espíritu de consenso y de sentido común en la defensa del Lobo Ibérico, que aboga por un control ordenado de la especie, frente a las posturas enconadas de los planteamientos ecologistas actuales.
Nosotros defendemos la protección legal del Lobo Ibérico en España, pero huimos de las posturas más radicales del ecologismo actual que a base de insultos y de sembrar odio, retroalimentan una situación que al final resulta negativa para el lobo.
Carlos Sanz tuvo el detalle de dedicarnos parte de su tiempo en un día de mucha actividad para él, y nos estampó una dedicatoria en una de sus fotografías más queridas...
Os dejamos con este vídeo que hemos montado con algunas de las secuencias filmadas durante esta expedición: